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miércoles, 22 de febrero de 2012

Dos secuestros, un misterio (1)

Todo comenzó una mañana de abril, eran eso de las 9.15 a.m. y yo estaba hablando con mi amigo Sherlock.
-Morirá -me dijo.
-No lo hará -le contradije.
-Es cuestión de minutos para que lo haga.
Su mirada seria y pensativa era sorprendente, se lo notaba tan concentrado en la situación que parecía haberse petrificado.
-Jaque mate- me dijo, eliminando a mi rey como ya me lo había dicho antes.
-Solo dame unas partidas más y lograré ganarte, Holmes.
-Lo dudo, Watson, lo dudo. A menos que aprendas a mover los caballos, no será así.
Habíamos empezado una partida de ajedrez para matar el tiempo libre que teníamos, hasta que luego de ella golpearon la puerta, y decidí ir a ver quien era.
Al abrirla , me encontré a un hombre robusto, bien vestido, con un abundante bigote desteñido por la edad. Tenía, a su vez, una frente arrugada y nariz con forma de frutilla.
-Que tal -me dijo-. Vengo a hablar con el señor Holmes.
-Dígame que necesita -se lo oyó hablar al detective detrás de mí.
-Un gusto, señor Holmes. Mi nombre es Arthur Michigan, y me gustaría que me ayude en... bueno, un problema que preferiaría comunicárselo más en privado, si puede ser.
Me corrí unos pasos hacia atrás para permitir que el invitado entrara en la casa, y lo llevamos a la sala para poder hablar.
-Últimamente -nos dijo -he tenido la sensación de que estaban siguiendo mis pasos. Hace unas dos semanas atrás, salí a visitar al médico, para verificar que todo estuviera en orden. Unas horas mas tarde iba camino a mi casa cuando noto que unos sujetos de traje negro, me estaban mirando fijamente.
-Como era de esperar -continuó contando-, decidí ignorarlos y seguir con mi camino hasta que, más adelante, me detengo para comprar el diario. Allí noto que estos sujetos venían detrás mio, así que para sacarme las dudas de si me venían siguiendo, decidí tomar otro camino hacia mi casa.
-Evidentemente -prosiguió -, ¡ellos me seguían!, por lo que entré a mi casa lo más rápido que pude, y cerré con llave. Intenté mantener la calma e ignorar que golpeaban la puerta.
Una hora mas tarde, cuando ya todo había "terminado", me preparé un té y comencé a leer el diario, cuyo titular decía "Robo y secuestro de joven hombre fotógrafo". Este encabezado me llamó la atención y decidí echarle un ojo a la noticia... Decía algo de que dos hombres atraparon al joven y lo llevaron por la fuerza, los testigos fueron los vecinos... y más la intervención policial se pudo deducir, mediante las huellas marcadas por el barro que traían de afuera, esa noche tormentosa, que eran dos sujetos.
-¿Y fue por esa noticia, que usted se alarmó? -interrumpió Sherlock.
-Pues, supongo que sí, porque al relacionar el aspecto de los sospechosos que me seguían, junto con la supuesta descripción que habían hecho los vecinos de uno de los sujetos que lograron ver, noté que había una gran similitud.
-Y a lo que usted vino aquí es para que averigüe quienes son y qué quieren esos sujetos. ¿verdad?
-Está en lo cierto
-Pues, dígame algo -dijo el detective, mientras sacaba su cuaderno de notas -, ¿cada cuanto tiempo se encuentra con estos hombres?
-Posiblemente cada cuatro días, solo los he visto tres veces, y en esas tres ocasiones venían por mí.
-Ajá, ¿y se los encuentra en algún lugar en particular?
-Generalmente los veo cerca de la plaza central, del lado Este de la estatua del caballo, allí siempre están, esperando a por mí. Se les nota un gesto de desesperación, e intentan seguirme con el mayor disimulo, y yo, desesperado apresuro el paso cuando estoy cerca de ellos. A causa de esto, decidí mudarme por unos días, para que no supieran donde me alojo, a la casa de mi hermano, Harry Michigan, quien me recibió muy amablemente hasta que averiguara el tema de los sospechosos.
-De acuerdo. Acompáñenos, al doctor Watson y a mí, a darnos una vuelta por allí.
-Los sospechosos generalmente se aparecen después de las cuatro de la tarde.
-Perfecto, de todos modos solo iba a ir allí a tomar una taza de café, en el bar de enfrente.
-Iré con mucho gusto.
Unos minutos más tarde nos encontrábamos los tres bebiendo café en el bar Simon's, cuando de repente, mi amigo Holmes se levantó de la mesa.
-Watson, ¿pueden esperarme tú y el señor Michigan un momento?, necesito visitar a unos viejos amigos.
-Por supuesto -le contesté.
-Enseguida vuelvo -nos dijo.
Mientras hablaba con mi acompañante, noté que Sherlock se dirigía a una florería, y estuvo allí durante varios minutos. Al rato se decidió por volver.
-Gracias por permitirme ese momento.
-¿Hacía mucho que no veías a esos amigos, señor Holmes? -preguntó Michigan.
-Digamos que sí, suelo comprarle flores una vez al año, para dejarlas junto a mis padres, que en paz descansen.
-Entiendo, y lo lamento.
-Oh, no se preocupe. ¿Que les parecería si volvemos?, tengo que pensar sobre este asunto.
-Me parecería maravilloso -dijo el hombre robusto, mientras se inclinó para levantarse de su asiento.
Unas horas más tarde nos encontrábamos nuevamente en el despacho de mi compañero. Lo noté pensativo y le pregunté:
-¿Estás pensando en lo de ese hombre?
-Sí, me pregunto si estarán realmente relacionados con lo de ese fotógrafo, de cual leyó en el diario.
-Quién sabe, tenemos que encontrar una forma de averiguarlo. Supongo que podemos interrogar a las personas que merodean por la plaza.
-Son demasiadas, y no creo que obtengamos información útil de ellos. Aunque podemos ir a habar con los vecinos del fotógrafo, yo he comprado el mismo diario días atrás, y la dirección del muchacho figura allí.
-Buena idea -le dije-. ¿Iremos ahora?
-Sí -me dijo-. Solo déjame cambiarme los zapatos.
Por fin estábamos ya en la vivienda vecina de aquel joven secuestrado, y golpeé a la puerta. Una anciana abrió, usaba bastón, y no medía mas que 1.60 metros, aproximadamente.
Mi compañero sacó del bolsillo interior de su saco, la tarjeta de presentación. La señora dijo llamarse Stella Weaters y, al parecer, lo había reconocido pues nos invitó a pasar, después de presentarme a mi, como su compañero de trabajo.

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