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jueves, 23 de febrero de 2012

Dos secuestros, un misterio (3)

Dos horas después volvió Sherlock, aparentemente sano y salvo.
-¿Como te fue? -le pregunté.
-Estimado Watson, hazme el gran favor de llamar a Michigan, nos encontraremos con él en la plaza. El caso fue mas simple de lo que imaginé.
-¿Ya lo has resuelto?, estoy muy asombrado, cada vez me sorprende más la facilidad con la que los resuelves. Enseguida iré a por él.
Momentos mas tarde, me dirigía a la plaza central con el señor Arthur, cuando logré ver a lo lejos la posición de Sherlock, donde me estaba esperando.
-Por fin, señor Michigan -dijo el detective -, he resuelto el caso. Solo falta que usted de el veredicto final. Aparentemente ha tenido relaciones con la mafia. ¿Estoy en lo cierto?.
-Pues, sí, he tenido relación con la mafia -dijo el cliente.
-¿Crees que esos hombres lo seguían porque Arthur Michigan tenía asuntos pendientes con ellos? -interrumpí.
-Algo así -respondió Holmes-. Pues verá, desde que me llegó el telegrama, pude tener una simple solución para los casos de usted, y del joven fotógrafo. Al parecer ambos le debían cosas a la mafia.
-Al notar las iniciales del telegrama -continuó diciendo-, noté que eran cuatro las letras, y si mal no recuerdo, en ésta zona de Inglaterra, hay solo una persona con cuatro iniciales, y precisamente son esas mismas. Héctor Martín Fuentes Gutierrez es el remitente del telegrama, famoso líder de la mafia, proveniente de México. También comprobé relación en dos cosas más:
-La primera fue que, como recordarán, yo fui a saludar a mis amigos de la florería que, casualmente, está del lado Este de la estatua del caballo, justo donde esos maleantes acechaban. Me contaron que creían haberlos visto un par de veces, junto al mafioso Fuentes Gutierrez.
-La segunda -continuó -era que al llegar a mi cita, el sujeto llegó en un auto azul, con una notable abolladura en su parte trasera y al parecer, dentro del mismo, se veían a dos sujetos de traje negro. Pudo ser una coincidencia, hasta que el Héctor me contó sobre el tema.
-Intentó convencerme -siguió - de que si pagara lo que éste hombre debe, no le sucedería lo mismo que al joven fotógrafo. Así que, no tiene más remedio que saldar su cuenta, a menos que quiera pasar una mala situación.
-¡No le debo nada! -protestó Michigan -. Ya he pagado lo que debía y no pienso darle más dinero.
-Podrían llegar a un acuerdo -convine -, quizás tendrían que conversar el tema, y pagarla menos suma de la que él le pide, si es que realmente le has pagado lo que debías. Solo harías esto con el punto de que te deje en paz.
-Pero antes de eso -propuso Sherlock -, debería preguntarle cuánto es lo que le debe y por qué. No querrá pagarle más de lo que él le pide, solo por no consultárselo antes.
-Supongo que tiene razón, señor detective -dijo Michigan -. Creo que de ahora en más, este asunto quedará en mis manos, mañana pasaré por su casa, a pagarle lo que le debo por su ayuda.
-Está bien, no se preocupe, pase mañana a la hora que desee.
-Muchísimas gracias por su ayuda -nos agradeció -. 
-Fue un placer -dijimos, y decidimos tomar otro café en el bar Simon's.
-Cielos -dijo Holmes -, eso les pasa, a esos sujetos, por meterse con la mafia.
Me eché a reír.
-Por lo menos ya todo está resuelto, y es un nuevo récord para ti, amigo, haber resuelto un caso en tan solo un día.
-Tendría que anotarlo. Watson, recuérdame anotarlo, si me haces ese favor.
-Será un honor, camarada -le dije mientras me reía.
-Solo queda esperar a que Michigan encuentre la solución a su problema, espero que don Héctor encuentre razonable la situación de Arthur.
-Pienso lo mismo que tú.
Todo aquello terminó el mismo día, a las 8.43 p.m. Fue un día extraño, pero una vez mas, mi fiel amigo Sherlock Holmes sacó de dudas a otro cliente. 

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